26 mar 2010

Bruxismo


Pasa el camión de la basura a las 2:50 por los patios de Ventanielles, no puedo dormir. Te miro y me felicito por estar en la cama con una chica tan guapa. De pronto te estremeces en sueños y lo vuelves a hacer por enésima vez como todas las noches: rechinar los dientes produciendo un chirrido que le daría grima hasta a el mismísimo diablo. Parece ser que no hay un remedio concreto para ese problema. Y te imagino dentro de veinte años, sin dientes y la mandíbula pulverizada. Y a los veinte suguientes, con los nervios destrozados, vivirás en el bajo de un pequeño edificio viejo, como los de la Tenderina Baja, con un perro o varios gatos, o en un puto arca de Noé. Los hijos de los vecinos te tendrán miedo. Al ver tu estrafalaria indumentaria las jóvenes cajeras del súper cuchichearán entre risas y harán gestos de “¡qué mal huele!” a tus espaldas cuando vayas a comprar. Dentro de sesenta años, cuando tengas setentayocho, sólo algún anónimo soñador pensará, cuando te mire a los ojos al cruzarse contigo por la acera, que de joven debías de haber sido preciosa.