8 dic 2011

Tengo Miedo


Cova, vieja amiga. Sé que alguna vez te hablé de Ella. O de la que en aquel momento fuera Ella. No sé dónde cojones andas  ahora. Creo que me dijiste que te ibas a algún sitio muy lejos a estudiar o hacer vida…  Creo que para el norte europeo. No suelo recordarte mucho, pero hace un par de años, la última vez que te ví, creo,  conseguiste que unas palabras de enfado me retumben sarcásticas en la cabeza. “Hulle, hulle como haces siempre! Escapa, que eso se te da muy bien.” Me lo dijiste porque me conocías. Te conté mis temores y te hablé de Ella. Pues sí, cuando no puedo con la situación escapo. Y no pocas veces me pasa.
Viene en puentes. A veces me parece que es un maléfico ser que me sublima con esas miradas fugaces. Se ríe de mí el Maligno, que me manda a una mensajera que me haría tirarme por la ventana si me lo pidiera. Qué hay que hacer para no rendirse a esa sonrisa? me arrancaría cualquier cosa por volverla a ver esbozar. Dios! Dímelo!
Escapo. Sin salir de Oviedo. Flipa. Quién no escapa cuando tiene miedo? Quién no se arrepintió de haber escapado? Qué sensación! la de estar en ese odioso calor hogareño en vez de disfrutar del salto arriesgado… En el fondo no me puedo engañar: No escapo, hullo de ti porque me das miedo.
Sólo espero acumular hasta que la cosa desborde y entonces cambiar. Quizá es la única manera de espolearme que entiendo, el desgaste. Ya me funcionó alguna vez, en serio. Igual es una cualidad superpoder que tengo ahí latente. Y confío en que lo vuelva a hacer. El ritmo creo que me lo he de poner  yo.  Decidí no martirizarme más por mi sedentarismo temporal. Mis planes maléficos de humo y desaparición algún día tendrán lugar. Tiempo al tiempo…
Si me preguntas dónde está el cambio de mentalidad respecto a  mis planes de marchar a descubrir mi satisfacción y mi desarrollo personal… si me lo preguntas… Te diré que ahora tendré menos miedo en coger el siguiente Tren en Marcha. Sólo me hace falta pensar en Fray Gael y sus enseñanzas.
La máquina frota los adoquines atemporales del piso  Antiguo. Como limpiando las pruebas. No sé lo que pensarás ahora. Estás sólo a pocos cientos de metros. Y tu piel ha estado hace nada a escasos cero centímetros de mi pituiratia. Esa piel que de cerca siempre me sorprende y me marea. No hay palabras…
Qué hacer, qué hacer? Te perguntas.
NADA
No puedes hacer nada. Ser tú mismo, seguir tu camino y agarrarte a ella en cuanto puedas.
Salta explosivamente de una ciudad a otra. Las más veces es distante pero otras te suplica cariño a través de la pantalla. Ese odioso recuadro blanco con Smiles.
Y dejar arrastrar los codos contra el suelo. Espantarte y disfrutar del sonido. La piel se desprende.  No sueltas. La carne se desprende. No sueltas, no sueltas, no sueltas, no cabe “soltar”. Y cuando el dolor pasa el umbral de lo percibible, y ya nisiquiera sientes la tensión... bailas. Bailas. Mi bebé, baila! Baila en el útero materno. Cómo soy capaz de ser  feliz cuando me despierto en medio del desierto sin rastro de la soga  a la que me agarraba? Aunque en realidad sólo estás a pocos cientos de metros…
Quién no escapa cuando tiene miedo?





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